jueves, 18 de mayo de 2017

¡Qué bien está!

Buenas tardes:

Hace unos días que reflexiono sobre cómo nos explicamos a nuestros hijos sobre el mundo en general.
No recuerdo cómo era mi mundo con dos años, quizá ni siquiera con algunos más, aunque estoy convencido de que poco o nada se parecería al mundo tal y como lo veo ahora.
Quiero decir que vamos creando nuestros puntos de vista, así como desarrollando las nociones de lo que está bien o mal en función de la sociedad en la que vivimos, de la familia que tenemos, del colegio al que asistimos, incluso de los círculos de amistades en los que nos movemos. De este modo nuestra perspectiva de lo que está bien y lo que está mal va evolucionando a lo largo de nuestra vida, y el punto de vista de nuestros hijos sobre eso es muy diferente al nuestro.
Por supuesto que nosotros los adultos, tenemos que mostrar a nuestros hijos nuestro punto de vista, transmitirles nuestros valores, si lo hacemos de acorde a ellos será la verdadera forma en la que seremos coherentes y nos ganaremos su respeto, no mediante imposición, que más bien suele ser miedo, sino mediante la coherencia.
Ayer escuchaba, ¡qué bien lo has hecho!, ¡casi no te has salido!... a ver papá, te voy a contar cómo lo veo yo:
"Según tú debería haberlo hecho como pone en el dibujo, pero según yo, me estaba divirtiendo, estaba creando y experimentando el efecto que se produce si aprieto mucho la pintura y si la aprieto poco, estaba mirando a mi compañero de enfrente y riéndonos mucho sin saber por qué y estaba haciendo varias cosas mas, pues apenas voy a cumplir 3 años, de modo que, sin dudar que eso que tu me dices es una especie de cumplido condescendiente porque tu lenguaje denota que no estás del todo orgulloso de lo que he hecho, para mí y teniendo en cuenta el contexto, he realizado una obra de arte prácticamente, Quizá no haya hecho caso del todo a esos límites que son las líneas que me quiere imponer la sociedad y que seguramente entre ella y vosotros, mis padres a los que adoro, acabaréis consiguiendo, pero es que quizá, aunque no os resulte del todo cómodo, tengo una personalidad que agradezco que me ayudéis a modelar, pero prefiero que no queráis cambiar mi esencia, lo verdaderamente genial y genuino que, como todo niño, tengo dentro de mi.
No me digas que me porte bien, por favor, mi forma de entender el portarse bien es muy diferente a la tuya, dame instrucciones más concretas, dime lo que no quieres que haga y sobre todo, dime lo que quieres que haga, el cómo irá impregnado de mi toque personal. Si a ti no te convence te agradezco que me ayudes a ver esas otras posibilidades, que yo quiero conocer de ti, de la persona a la que quiero y con la que me identifico, pero con la que no me puedo comprometerme a hacer siempre aquello que desde el punto de vista del adulto está bien, de hecho, creo que me equivocaré montones de veces, que haré muchas cosas a mi manera, que no será la tuya, y que seguiré aprendiendo e intentando entender aquellas cosas que según vosotros, los adultos, están bien o mal y os parecen importantes o no según el día que llevéis, la prisa que tengáis o el contexto en el que nos encontremos".

Pues bien, estoy seguro de que a nuestros hijos, les encanta sentirse queridos y les encanta sentir nuestra aprobación en las cosas que hacen, por el mero hecho de hacerlas, por esforzarse, por intentarlo. Y sí, claro que necesitan que les corrijamos, que les orientemos, que les pongamos ciertos límites y les ayudemos a entender los convencionalismos de la sociedad en la que vivimos, claro que lo necesitan, pero también estoy convencido de que los términos de bien o mal son mucho más amplios y mas complicados de lo que les utilizamos habitualmente.

Ahora voy a buscar un vídeo que vi hace un par de meses y que tiene que ver con lo que estamos hablando, con el adoctrinamiento al que nos somete la sociedad y con las posibilidades que, sin olvidarnos de donde vivimos, tenemos como personas libres que somos y que seguro que queremos que los sean nuestros hijos.

Una cosa antes de despedirme, alguna vez has dicho algo, has propuesto algo y ¿alguien te ha dicho que es un tontería?, pues seguramente a los niños no les guste que cuando ellos se están tomando algo muy a pecho les digamos que eso que hacen, que eso que están sintiendo, es una tontería, seguramente para nosotros lo sea, muchas de las cosas que les pasan a los niños y por las que ellos lloran, de las que ellos se enamoran, son para nosotros, desde el punto de vista de adultos, auténticas tonterías, pero puede para ellos en ese momento sea lo más importante que ha pasado en su vida, ¿realmente piensas que eso es un tontería?

Feliz día,

Jairo del Caño




jueves, 9 de febrero de 2017

Efecto Pigmalión

Hola a todos:

Sabéis que me encanta escribir aquí y que lo que preciso para hacerlo es estar centrado e ilusionado con lo que hago.
En estos días vuelvo por aquí porque quiero hablaros del llamado "Efecto Pigmalión". No se si todos habéis oído hablar de ello, al final de la entrada os pondré un anuncio que habla de ello claramente.

¿Cuántas veces decimos cosas de los niños de forma repetitiva?
Cosas como: es un bicho, eres malo, no se entera de nada, es muy tímido, eres un desobediente...
Este tipo de comentarios en muchas ocasiones van haciendo una muesca en la autoestima de nuestros hijos, y normalmente nosotros no nos damos ni cuenta.
Muchas veces hacemos ese tipo de comentarios negativos proyectando nuestros prejuicios, nuestras expectativas no cumplidas, en nuestra forma de hablar con o de nuestros hijos o alumnos.
Son estos comentarios lo que van haciendo mella en nuestros pequeños, a veces sentimos que cuanto mas se lo decimos mas lo hacen... y sí, seguramente así sea, porque si continuamente le estamos diciendo a nuestro hijo que no puede estarse quieto, es muy posible que este acabe comportándose como tal, como un niño que no puede estarse quieto. Porque estamos creando esa realidad en él, estamos haciendo que vea que es así.
Cuántas veces le decimos a los pequeños "te vas a caer" y repetimos: " te vas a caer" y así varias veces hasta que finalmente se acaba cayendo y nuestra respuesta es : ¡Ves! ¡Te lo dije!.
Puede que el niño no llegue a caerse, a lo mejor es más sencillo el recorrido que nuestro miedo, pero ya le hemos creado esa imagen, he creado esa realidad que el ni siquiera tenía prevista, y de este modo es posible que llegue a caerse, será mucho mas probable que se caiga que si no nos hubiésemos empeñado en hacerle ver reiteradamente que se puede caer, algo que, seguramente, el no contemplaba.
Sin embargo, continuando con el mismo ejemplo, es muy problable que si no solo no le decimos que se puede caer, sino que le animamos a que lo haga, a que avance en su recorrido, estamos creando mentalmente la realidad de que lo va a conseguir, le estamos ayudando a creer que lo puede lograr, le estamos animando con nuestra confianza. Y si se cayese (a veces las cosas no salen ni aun así), le tenderemos la mano para que se levante.
Es un ejemplo sencillo y puede que ahora estés pensando que se puede abrir la cabeza, pero si lo piensas bien, seguramente la mayoría de las veces que limitamos algo a los niños, el riesgo para su salud no es mucho y sin embargo el beneficio que les hacemos cada vez que ellos sienten que confiamos, que apoyamos lo que están haciendo, merecerá la pena.
La primera vez que mi hijo fue solo a la panadería, se me hizo eterno, y tuve que insistirle para que lo hiciera porque le daba miedo. Yo esperaba en casa inquieto a que lo hiciese, pero en ningún momento dudé de que pudiese hacerlo y si lo hice procuré con todo mi interés que no se me notase. me mostré convencido de que era bueno para el y de que además era una gran suerte que ya pudiese hacer ese tipo de cosas el solo... bueno pues la satisfacción de haberlo conseguido, el hecho de haber superado ese pequeño escollo, crea un antes y un después en su forma de afrontar los pequeños retos cotidianos

Sin embargo, y como podemos extraer del ejemplo anterior, cuando nosotros les hacemos ver que pueden, que lo van a disfrutar, que lo van a conseguir... les estamos ayudando a que lo hagan y especialmente les estamos ayudando a ser personas, personitas en muchos casos aun, que van forjando su personalidad y sobre todo que van fortaleciendo su autoestima. Y en eso les ayudamos fundamentalmente nosotros con nuestras actitudes y con nuestros comentarios, como también lo hacemos al contrario.

Con todo esto no quiero decir que en algún momento no nos enfademos e incluso dejemos salir de nuestra boca comentarios poco adecuados, por suerte somos muy humanos y pese a que intentamos hacerlo muy bien, pese a que somos padres motivados como dice Carles Capdevila, a veces podemos rebosar y estallar. Por eso vamos siendo conscientes de la importancia de nuestras formas de comportarnos con ellos e intentado mejorarlas.

Te propongo confiar en los pequeños, si les dejamos un poco de espacio y no les cortamos las alas es muy probable que vuelen bastante mas alto de lo que habríamos imaginado. Recuerda que la educación de los niños es una carrera da fondo.

El efecto Pigmalión de las palabras