jueves, 21 de enero de 2016

Cada cuál con su responsabilidad

Buenos días:

Sigo viviendo cada día momentos que me llaman la atención en la forma que tenemos de comportarnos con nuestros hijos.
Últimamente me vengo fijando en la forma en que tratamos a los niños, en muchos casos, cuando hacen algo que no es correcto, o que puede molestar o dañar a alguien. Ayer me encontraba con una madre y un niño que estaban jugando y al encontrarse con un amigo de la madre y después de unos instantes de juego el niño, de unos seis años, le arroja un caramelo duro a la cara al adulto, que se queda molesto y sorprendió, supongo que pensando que podría haberle dado en un ojo.
¿Cómo reacciona la madre? dice que ha sido sin querer, y le dice al niño, como pidiéndole ella perdón, que eso no se hace.
¿Cómo reacciona el niño? se justifica con cara de enfadado diciendo que el adulto al que le ha tirado eso a la cara,  también le había hecho daño (jugando antes). Frustrado porque además se cuestiona su conducta.
¿Cómo reacciona el afectado? Sin salir del todo de su asombro le dice a la madre con tono afectuoso que por supuesto no ha sido involuntario y le insinúa que si las cosas han sido de un determinado modo es mejor verlas como tal.

El caso es que el niño se sale con la suya, la madre no le da importancia y el amigo se va poco después algo dolorido y molesto.
¿Qué te parece la situación? No es la primera vez que ocurre cosas similares y me asusta pensar cómo se va desarrollando esto.
Los niños pueden asumir responsabilidades en función de su edad, y no les hacemos ningún favor si les justificamos las mentiras o les favorecemos las excusas. No hablo de cargar las tintas en castigos ni en sermones, pero si de irles haciendo conscientes de sus responsabilidades, mostrándoles las consecuencias que tienen o pueden tener sus actos y buscando la empatía con los sucesos para que vayan siendo capaces de conocer y anticipar lo que pasa con sus actos.
Los adultos somos responsables de cómo orientamos a nuestros hijos en la forma de ver las cosas, si les enseñamos a justificar los errores, si les enseñamos a reírse de los demás, como forma habitual, si no les enseñamos ni les facilitamos que aprendan algo de inteligencia emocional, sencillamente que ellos sean los protagonistas y el centro de todo, luego no nos debería extrañar cuando sus conductas empiecen a manifestarse también en otros entornos,  cuando empiecen a comportarse como matones o como marionetas de otras personalidades.
En ocasiones resulta tan fácil ver las cosas desde fuera y tan difícil desde dentro...

Hoy esta reflexión es un grito en silencio, una denuncia velada...
Voy a seguir en la brecha, para todo aquel que me quiera escuchar.

Feliz día

Jairo

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