miércoles, 21 de septiembre de 2016

Hablar de lo que pasa.

Ya estoy de vuelta. Ha sido un verano intenso de reflexión, observación y diversión.
Una de las cosas que he observado es que los niños de cualquier país o cultura responden de un mismo modo si reciben unos estímulos similares. Es decir, como ya he hablado en otras entradas influye mucho la coherencia con la que tratemos con ellos. Da igual Holanda, Francia o Andorra, si somos consecuentes, ellos lo saben, si no lo somos, ellos lo saben tambien.
Después de esta introducción hoy quería hablaros de cómo les contamos a los niños las cosas que pasan, de cómo afrontamos con ellos los conflictos que tenemos los adultos y que, queramos o no, les acaban repercutiendo a ellos también. Hablo de problemas económicos, laborales, separaciones, fallecimietos... y tengo una máxima para esto, "la verdad os hará libres".
Con esto no quiero decir que sea fácil decirle a nuestros hijos que tendrán que dejar la música porque no lo podemos pagar, que su padre y su madre no van a volver a estar juntos en lo que hasta ahora era su hogar, o que ha fallecido su mascota a la que nunca van a volver a ver. Quiero decir que es mejor, siempre dentro de una lógica, afrontar y ayudar a aceptar a nuetros hijos aquellas cosas que ocurren y que no está en nuestra mano cambiar.
Muy importante ser claros, pero con un lenguaje adecuado a su edad, de manera que ellos lo puedan entender, trataremos de inventar lo menos posible y de ajustarnos lo mas posible a la realidad.
Es decir, si algo ya no va a volver a ser, ha muerto nuestro hamster, partimos desde esa realidad, no especulamos con cosas que no van a pasar, podemos suavizar la realidad, podemos omitir algún detalle escabroso y sobre todo, creo que aquí está la clave, intentar no impregnar demasiado lo que ocurre de verdad con nuestros miedos, sentimientos o frustraciones. No debemos pasarnos cargando nuestra historia real con nuestro dolor, nunca debemos intentar utilizar a nuestros hijos como canales.
Habrá siempre preguntas más difíciles que otras, pero antes de mentir o de inventar podemos pactar dejarlo para otro momento, o símplemente podemos permitirnos no saber la respuesta.
Como ya hemos hablado somos el referente de nuestros hijos, el espejo en el que se miran. Pero no somos, ni debemos pretenderlo, perfectos.
Es mejor siempre que hablemos de verdad de las cosas, nunca así nuestros hijos ppdrán sentirse traicionados si hemos sido honestos con ellos. Lo difícil será adecuar lo que les queremos contar a lo que realmente ha pasado. Pero os recomiendo que no olvidéis que los niños se están haciendo, no tienen los mismos sistemas concebidos que tenemos nosotros, por lo que a veces lo que a nosotros nos parece un drama, para ellos no lo es tanto.
Vamos a observarles, a darles mucho amor y mád que nunca a tener claros los límites, eso ayudará a que nos podemos volver a centrar lo antes posible.
Se que es un tema delicado, si te surje cualquier duda podemos hablar de ello.
Muchas gracias por leerme.

Jairo del Caño
Formador&Coach

2 comentarios:

  1. Me gusta cómo explicas que es necesario ser claro con los niños, adecuándose a su edad. A mí me parece algo muy feo mentir a un niño, que es un ser tan verdadero. Siempre, como dices, hay maneras de decir la verdad según el interlocutor. Dices que a veces lo que para nosotros es un drama para el niño puede no serlo. Esto me ha hecho pensar que a veces es al revés: no nos damos cuenta que cosas que para nosotros pueden ser nimias, para el niño pueden suponer un mundo. Un abrazo, Jairo. Lucía.

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  2. Muchas gracias por el comentario Lucía, tienes toda la razón en que tendríamos que estar muy pendientes cuando el tema es al revés. A veces le quitamos importancia a cosas que para ellos son vitales.
    Reitero el observarles, sin prejuicios y ofreciéndoles cariño y cercanía siempre.
    Un abrazo a tí, gracias por participar.
    Jairo

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